Cien.
Golpes de palabra, lances literarios. Los dos enfrente esperando el gong que
diera comienzo a un nuevo asalto. Pluma, boli, teclado. Cualquier recurso era
bueno para apuntarse el tanto. Tan diferentes ellos, uno era la cabeza, el otro
ni siquiera sabía lo que era. A un lado la técnica,
las formas, la métrica. El otro descerrajaba lo que venía,
sentía, aullaba con ritmo propio, sin corsés ni
aprendizaje.
Comienza
el combate y ambos pugnan por colocar los golpes más
certeros. Unos alcanzan el objetivo. Otros lo rozan. Otros ni se acercan o son
bloqueados. Pero no es momento de flaquear. Al contrario, lo intentan con más
brío. Y funciona. Casi siempre. Los ensordecedores gritos del público,
el clamor, las risotadas, las lágrimas así lo
indican. Así se animan, así pelean.
Los
movimientos dejan su huella sobre el blanco tapiz. Unos con más
fuerza que otros, con mayor impacto grafían el instante, sin saber el resultado
de tan cruento combate. Siempre solos y ahora frente a frente cada uno con su
estilo. Con sus movimientos, su experiencia. Cada golpe deja su trazo, y cada
trazo esconde una intención. No de victoria ni reconocimiento, sólo
espera estar. Quedar.
Y así
permanecen, aparentemente inalterables, sin dar muestra de debilidad. No
parecen dos, sino uno solo, un único espectáculo
teniendo lugar en un momento y en un lugar determinado. Con más
o menos público, con más o menos repercusión.
No hay un uno contra otro, sino dos atacando en la misma dirección,
con un único objetivo: dejar una huella casi invisible, apenas
perceptible, en el camino de sus propias ilusiones que en algún
momento recorrerán para recordar que pelearon contra sí
mismos, las más de las veces, para sentir que el
recorrido no era cada vez más corto sino más
largo. Y con más curvas. Más
cruces y bifurcaciones en las que tener que tomar una decisión.
Acertar o errar. En definitiva, sentirse más vivos con cada muerte que hallaban,
más tristes con las alegrías creadas, más
plenos con cada uno de los cien golpes asestados. Sí,
cien.
No hay comentarios:
Publicar un comentario