miércoles, 23 de abril de 2014

#99 DUELO



El teléfono no paraba de sonar. Era una cuestión de honor y así se había resuelto. Aunque no había calibrado el resultado final. Pero ¿acaso siempre debemos de actuar en función del resultado? ¿No podemos sencillamente dejarnos llevar por los impulsos cuando sentimos que nos están violentando? A veces la vida te lleva a situaciones inesperadas y en un instante debes resolver una papeleta que necesitaría horas de análisis. Así que actué de pronto, envalentonado con la posibilidad de trasladarme a otro siglo, donde una nimia falta de respeto se traducía en un duelo de espadas en un callejón.

Pero yo no tenía espada. Ni yo ni nadie. Por mucho que viviera en el Madrid de los Austrias, no dejaba de ser el Madrid antiguo de un mes de abril de 2014. Pero siempre había sido muy novelesco yo, con espíritu de espadachín, con ansia de librar grandes batallas. Pero en vez de caballero de hace unos cuantos siglos era un funcionario de atención al ciudadano que no podía sino suplir la monotonía de su puesto con fantasías de otros tiempos.


Pero aquello había sido demasiado, la gota que colmó el vaso, una tropelía en toda regla. No hay fulano de tal que mancillara mi honor de aquella manera, no volvería a casa vilipendiado, con mi integridad partida, con mis apellidos pisoteados. Por eso cuando aquella chanza se tornó en mofa, y la mofa en insulto no pude sin raudo hacer frente a mi destino y colgar el teléfono a aquel cretino, ciudadano que me paga con sus impuestos, pero cretino al fin y al cabo. Además era la hora del café.

No hay comentarios:

Publicar un comentario