―Pues mira, chico, tienes que
tirar por la calle de enfrente. La calle Descubrimiento, todo recto, es larga,
no supone esfuerzo, llana. Una vez llegas al final entrarás en una rotonda de
la plaza de la Compañía, coge la calle
Amor de Dos, y subiendo una pequeña cuesta enseguida te encontrarás con a la
derecha con la travesía de los Sentimientos, adoquinada. Puedes ir por la acera
izquierda que es más lisa y se hace más fácil. Pero tú eliges. Esta travesía
hace esquina con la cuesta de la Complicidad, colorida y agradable que te
llevará a las rondas Cotidianas, un paseo amable entre jardines, que puede
parecer aburrido, chico, pero fíjate en los detalles y querrás volver a pasar
por ahí. Al final de las rondas llegas a un callejón, Lances se llama la
estrecha callejuela. Está llena de subidas y bajadas, así que lo mejor es que
no te pares porque se acaba haciendo duro su tránsito. Ya te quedará poco.
Desemboca en un cruce, la calle Olvido y la calle Tesón, yo cogería Tesón pero
si tu destino es el que me has preguntado, coge la calle Olvido, sus edificios
viejos y altos la hacen oscura y fría. Desemboca en la plaza de los Recuerdos
que a su vez abre paso a un descampado lleno de escombros. Tendrás que fijarte
en una valla oxidada y ahí reza el cartel de la calle Melancolía. Habrás
llegado a tu destino.
El joven estaba con la mirada
perdida y los ojos le brillaban cristalinos.
―Joven. Oye muchacho. ¿Me has
escuchado? Me preguntaste cómo llegar a la calle Melancolía ¿no?
―¿Eh? Sí, sí, muchas gracias.
―Piénsatelo, hijo, es mucho más
fácil llegar que luego intentar volver. Y por el camino encontrarás sitios
donde te apetecerá parar, y quedarte. Te lo dice un viejo nacido en la calle
Experiencia.
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