Conjeturas aparte, Rodrigo era un hombre normal. Tenía su casa, su
corral, su tractor, una pequeña furgonetilla que le traía y le llevaba, y un
burro. Poco aprecio tenía por todas aquellas cosas a excepción del pollino,
bastante vulgar por otra parte: pardo como sucio, viejo y ocioso. Y sin embargo
Babieca, que así le puso Rodrigo, cumplía las expectativas de su dueño, se
dejaba cuidar y acudía cuando aquél le llamaba por su nombre. Rodrigo, a
diferencia de otros hombres del pueblo, no concurría en el bar para mojar el
gaznate con cazalla o anís. Tampoco se apoltronaba delante de la televisión a
engullir cualquier programa o película que le pusieran. Él prefería dedicar
tiempo a cepillar a Babieca, desparasitarle y alimentarle. Y, como quiera que
el buen hombre siempre fue aficionado a la lectura de ciertos clásicos, así recitaba
a su asno:
“―¿Cómo estáis, Rocinante, tan
delgado?
―Porque nunca se come, y se
trabaja.
―Pues ¿qué es de la cebada y de
la paja?
―No me deja mi amo ni un
bocado.
―Andá, señor, que estáis muy
mal criado,
pues vuestra lengua de asno al
amo ultraja.
Asno se es de la cuna a la
mortaja.
¿Qureislo ver? Miradlo
enamorado.
―¿Es necedad amar?
―No es gran prudencia.
―Metafísico estáis.
―Es que no como.
―Quejaos del escudero.
―No es bastante.
¿Cómo me he de quejar en mi
dolencia,
si el amo y escudero o
mayordomo
son tan rocines como
Rocinante?”
Babieca comía y a Rodrigo le parecía que más saboreaba las palabras de
Cervantes que la paja o los terrones de azúcar.
―Estate listo, amigo mío, que esta tarde es domingo y saldremos.
Y estando el sol en el cénit del cielo Rodrigo se vistió como solía en
aquellas ocasiones, botas de montar, camisa almidonada y pantalón ajustado. Salió
al corral, cinchó a Babieca, agarró su vara, ensilló, y asno y amo salieron
trotando en dirección poniente hacia el arroyo donde jinete bebería y abrevaría
a la bestia antes de la puesta del sol.
―Tizona mía: ¿desfaceremos agún entuerto hoy, o hallaremos algún
musulmán al que expulsar? ―comentaba el peculiar Cid a su vara de avellano.
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