miércoles, 31 de octubre de 2012

#23 PERSPECTIVAS


- Joder, qué suerte tienes tronco…

- Tú y los tuyos siempre andáis con lo mismo, que si qué suerte la mía, que si no como nosotros… os veo pasar por aquí y siempre la misma cantinela.

- Ya, macho, pero es que no me compares, tú con esas vistas, con ese cometido…

- Sus pegas tiene también, ¿eh?

-Pues francamente no le veo ninguna, porque tú también ves cosas que a ninguno nos gustaría, pero sabes que es un rato, y después te recompones.

- Eso es verdad.

- Ya… nosotros sin embargo cuando lo vemos todo muy negro, pasamos inmediatamente a mejor vida, o peor, o lo que sea, y encima poco a poco, como esperando a episodios el final de un destino cruel. Eso cuando no compartimos viaje, que suele ser la mayoría de las veces.

- Vaya, sí que te pones poético. Sus cosas buenas tendrá.

- Hasta la fecha no se me ha ocurrido nada, eso sí, yo sólo llevo aquí desde ayer. No creo que dure mucho más.

- Bueno, a tiempo estás de descubrir tu lado bueno.

- Si ya… Pero bueno, cuéntame, cuéntame cómo es lo tuyo…

- No es para tanto, en serio…

- Por favor, cuéntamelo…

- Venga, vale. Es verdad que cada mañana se me pone delante, me retira la cortina que me impide observar todo su cuerpo aún adormecido y despeinado, y poco a poco empieza a desnudarse. Primero la parte de arriba. Suele hacer una pausa, se mira en el espejo y en un gesto mecánico acerca la cara para mirarse alguna imperfección en su rostro, pero nunca la encuentra, porque ella es perfecta. Luego la parte de abajo del  pijama, hasta quedar sus curvas perfectamente visibles, eso dura un instante y enseguida se encierra conmigo, volviendo a correr la cortina, evitando miradas indiscretas.

Entonces me coge y empieza el baile, me empieza a frotar por todo su cuerpo en una simbiosis perfecta entre nosotros, conmigo recorriendo cada parte de su piel mojada, cada hueco en el que sentir la belleza de la mujer que me ha elegido. Siempre empieza y termina igual, siempre el recorrido empieza en el cuello, un cuello suave y tentador, jugoso en aquel instante, para bajar por las axilas, el pecho voluptuoso en toda su perfección, ni grande ni pequeño, sencillamente hermoso. Continúo por una tripa lisa pero carnosa, coronada por un hermoso pendiente que colgaba de su ombligo, siempre me había fascinado esa pequeña piedra verde cuyo contacto intentaba evitar, pero cuya observación me excitaba. Del pubis pasaba al largo recorrido por las piernas, doblando su cuerpo hasta llegar a la punta de los pies, por una pierna bajaba y por la contraria hacia el recorrido ascendente para hacerme terminar entre las dos…

- Y luego dices que no tienes suerte…

- Siempre termina por la trasera. Recorro toda su espalda hasta llegar a las nalgas, y del resto que te voy a contar que tú no sepas…

- Ya, pero no es lo mismo ¿tú qué ves de malo en todo eso? Porque yo no le encuentro ninguna pega…

- Luego me quedo ahí sin más, esperando la próxima vez, húmedo, nido de hongos y parásitos…

- Hongos y parásitos, no me jodas- contestó contundente el papel higiénico a la esponja- me vas a decir tú lo que son hongos y parásitos…

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