miércoles, 18 de marzo de 2015

#146 OYE




―Oye

―¿Qué?

―No, nada.

―Nada no, algo será…

―No, de verdad, nada.

―A ver, nadie dice “oye” si no es para algo.

―Bueno pues esta vez no era para algo.

―Era para nada entonces.

―Exacto.

―Aham.

―¿Por qué dices “aham”?

―No, por nada.

―Es que no se dice “Aham” por nada.

―Bueno pues se ve que a veces si se dice “aham” por nada.

―Tiene que ser por algo.

―Ay, mira…

―¡Ay, mira qué!


―Nada.

―No venga, en serio dime lo que me tengas que decir…

―No tengo nada que decir.

―Siempre hay algo que decir.

―Llevamos 27 años juntos, hemos parido tres hijos y tenemos cinco nietos. No, a estas alturas no tengo nada que decir.

―¿Así que ya no tienes nada que decirme?

―No.

―¿Nada? Qué triste lo nuestro entonces.

―Pues sí.

―¿Cómo que “pues sí”?

―Pues eso. ¿No dices que es triste?

―Sí.

―Pues te doy la razón.

―Como a las tontas.

―Como a lo que sea. Déjalo ya.

―Siempre quieres dejar las conversaciones cuando estamos hablando.

―¡Pero si no estamos hablando!

―Tú no, yo sí.

―Pues dime tú entonces.

―¿Que te diga el qué?

―Lo que quieras decirme.

―No sé qué decir.

―Pues no digas nada.

―Pues no digo nada.

―Pues eso.


―Oye…


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