La noche que se conocieron, al abrigo de la oscuridad y empujados por
el alcohol que aún seguían tomando, se besaron por primera vez. Y por segunda.
Y por tercera. Habían salido con compañeros de trabajo. ¿O tal vez solos? ¿O no
fue por la noche? Comenzaron una relación normal, convencional. Cada uno seguía
viviendo en su casa y se veían algunas tardes. Los fines de semana los pasaban
juntos en casa de él, porque ella aún vivía con sus padres. Procuraban
coincidir en sus vacaciones o días libres y salir de la ciudad a conocer otros
sitios o presentarse a amigos de otros lugares. Y eran felices así.
Con el tiempo se alquilaron un piso juntos y compraron un perro. ¿O
fue un gato? ¿O un canario? Radiaban alegría porque tenían tantas cosas en
común que ni ellos mismos lo creían. Así que el tiempo les llevó a
comprometerse y se casaron a lo grande, en una iglesia preciosa con muchas
flores, muchos invitados y mucha comida para agasajarlos. ¿O fue una boda
civil? ¿O simplemente se hicieron pareja de hecho? Sus familias estaban también
felices viendo felices a sus hijos. Familias normales, por otra parte.
En el trabajo les iba a ambos de maravilla en términos generales. Ella
cambió de empresa para embarcarse en su propia aventura con éxito. Tuvieron un
hijo. ¿O fueron dos? ¿O decidieron que no querían descendencia?
Un día él le contó a ella que tuvo un lío con una compañera. ¿Qué
importaba quién había sido? ¿O fue tal vez ella la que se lió con su socio? ¿O
simplemente hubo un ataque de celos por una de las partes o ambas?
La separación fue dolorosa, desastrosa, violenta, traicionera, con
gritos, con insultos, con amenazas, con reproches. Todo normal y previsible.
Y siguieron con sus vidas, fueron otra vez felices y… ¿O…?
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