No hubo rastro de los restos de Linda hasta
que amaneció. Los equipos de rescate habían estado durante toda la tarde
anterior, pero tuvieron que abandonar la búsqueda cuando la escasez de luz se
lo impidió. Durante la noche, algunos pequeños grupos con perros se turnaron,
pero no hallaron nada hasta el amanecer. José Enrique y su grupo, dos hombres
más y tres perros, fueron los que encontraron lo que se temían. Creo que todos,
de una manera u otra, habíamos mantenido la esperanza de que todo acabaría bien
y que no sería más que una historia que contar a los hijos y éstos a su vez a
los suyos, y así de generación en generación.
-Es única
En eso todos estuvimos de acuerdo la primera
vez que la vimos. Enseguida fue adoptada como hija de todos y todas en la aldea.
Y había leyes no escritas que regulaban todo lo que tenía que ver con Linda.
Así la apodamos desde que la vimos por el mismo motivo.
-Es única. Es lindísima.
Se acordó en tales leyes que cualquier
habitante mayor de edad, hombre o mujer, podía disponer durante dos horas de la
compañía de Linda. Había de recogerla en su casa y devolverla al mismo sitio en
un plazo máximo de dos horas. Y todos lo respetamos. Es cierto que Linda ya
había desaparecido en otras ocasiones, pero no tanto tiempo. Y nunca había
pasado la noche al relente.
-Es única. Es lindísima.
-Es nuestra.
Y en cuanto regresaba tras más de dos horas,
se castigaba al acompañante con azotes en la plaza, y a Linda se la llevaba con
su descubridor a su casa para comprobar si había sufrido algún daño. Si era
así, su casero y descubridor la mimaba y establecía la cuarentena necesaria
hasta la absoluta recuperación.
-Es única.
Muchos fueron los que se cansaron de que
Linda fuera sólo ella, y así surgieron imitadoras. Enseguida fueron despreciadas
puesto que no llegaban ni a la hermosura, ni a la autenticidad de la modelo.
-Es lindísima.
Muchos fueron los que perdieron la cabeza
creyendo que fugarse con ella sería la mayor aventura que jamás un hombre haya
corrido, pero fueron pronto convencidos de que no era posible tal empresa por
dos motivos. Linda no estaba preparada para ello y el resto de la aldea
tampoco.
-Es nuestra.
Surgió un espíritu único de protección hacia
Linda, que poco importara que se tratase de una bicicleta, porque era única
entre nosotros, era hermosa y así la llamamos, y lo más importante es que era
nuestra. Cuando desapareció toda la noche y José Enrique la halló en la
madrugada siguiente en semejante estado, él mismo relató cómo se le saltaban
las lágrimas de los ojos, cómo los canes llegaron ladrando hasta donde se
encontraba arrojada y enmudecieron de golpe para comenzar a aullar un réquiem
de tristeza. El equipo de rescate recogió con sumo cuidado los restos de metal
y madera y los llevaron tan ágilmente como pudieron hasta la casa del
descubridor, que se echó las manos a la cabeza nada más verla y pidió que le
dejaran a solas con Linda. Nunca nos hemos preguntado qué fue de Jacinta, la
anciana que había salido aquella tarde con Linda, pero sabemos que Linda nunca
volvió a ser la misma, ya no pudo admitir más compañía y los demás nos tuvimos
que conformar con las imitaciones que entonces sí prosperaron. Una pena.
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